“El Borda es una boca grande que te traga”
A raíz de la denuncia de dos profesionales del hospital sobre la violencia institucional ejercida contra enfermos mentales, se puso en evidencia las deficiencias del sistema de salud.
Por Natalia Marelli
“Idiotas útiles” fueron las palabras que Verónica Hollmann, psicóloga del Hospital Borda, y Juan Pedro Iribarne, estudiante de la UBA y pasante, recibieron de su jefa Lucía Quiroga el día que los echaron del hospital, luego de escribir un artículo en la revista “Topía” y el diario Página/12, donde acusaban los malos tratos de la institución hacia a los internos.
- ¿Cómo les comunicaron que estaban despedidos?
Cuando llegamos al hospital, la jefa del servicio, Lucía Quiroga, y José María Martínez Ferretti, jefe de tratamiento a corto plazo, presente en carácter de testigo, nos pidieron que retiremos nuestras pertenencias y que nos vayamos luego de insultarnos y advertirnos que ningún jefe de servicios se iba animar a tomarnos. Inmediatamente, citaron a todo el equipo que coordinaba para amenazarlos y decirles que si alguien pensaba igual, se retirara. El equipo renunció en su totalidad hace dos semanas porque estaban de acuerdo con lo que planteábamos.
- ¿Alguna institución se puso en contacto con ustedes después de lo ocurrido?
Sí, se presentó Roxana Amendolaro del CELS e hizo un pedido de informe, y también el Diputado Leonardo Gorbacz. Además tuvimos la adhesión de varias instituciones que nos ayudaron y gratificaron muchísimo.
- ¿Qué función cumplías en el hospital?
Fui concurrente durante 9 años. Primero estuve en el servicio de admisión y luego pase al de terapia a corto plazo, que en realidad no es tan corto porque había pacientes internados desde hacía 40 años. También coordiné algunos años el grupo de psicólogos de musicoterapia donde poníamos en práctica distintos dispositivos como el taller de lectura de diarios, que ayudaba a los internados a conectarse con el exterior.
- ¿Qué situación se vive dentro del neuropsiquiátrico?
Un paciente del centro de artistas lo describía muy bien, decía que “el Borda es una boca grande que te traga”, y coincido. Entrar en el corazón del hospital es como perderse en tiempo y espacio. Los pacientes están, la mayoría de los días, tirados en sus camas fumando hasta no registrar que se les queman las sábanas con el cigarrillo. Los únicos parámetros que tienen en cuanto al tiempo son los horarios de comida y meditación, no hay relojes ni contacto con el exterior.
- ¿Todo lo que ocurre en el Borda es negativo?
No, de hecho me gustaría rescatar que dentro del hospital existen emprendimientos sociales como Fuentes de Artistas del Borda, Radio La Colifata, Ciclo Papel y Eco Bolsas que son dispositivos que van a contrapelo de las lógicas manicomiales. De alguna manera los van conectando con el afuera para lograr una reinserción social, pero el problema sigue siendo el incumplimiento de la Ley que protege a los internos.
- ¿Cómo siguió tu lucha alejada del hospital?
Empecé a notar que el trabajo desde adentro me había cansado, al igual que la queja que circula y no se pone en palabras ni se denuncia. Eso te oprime. Me junté con Ángel Barraco, representante del Movimiento Social de Desmanicomialización y Transformación Institucional, con Juan Pedro y otros compañeros para conformar un colectivo apartidario. En un principio éramos 6 y cuando realizamos el acto fundacional, asistieron 150 personas.
- ¿Qué es el colectivo 448 de Salud Mental?
Es un espacio de reflexión y acción para que todo mejore y que los pacientes de Argentina tengan un tratamiento digno. El colectivo surgió en defensa del incumplimiento de la actual Ley 448 de Salud Mental.
- ¿Crees que es posible este cambio?
Creo que sí, pero hay que trabajar mucho en la representación social de la locura y no tener miedo. Espero que el impulso del Colectivo 448, la reciente media sanción de la Ley de Salud Mental y la decadencia del gobierno de Macri propicien buen momento para lograr las mejoras que planteamos.
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